Estar bien o estar mal es cuestión de voluntad. Una decisión que nadie más que tú puede tomar.

Y no importa lo que pase, porque nunca pasa nada o lo que pasa es tan grave, que no puedes hacer nada.

Lo que pasa, es neutro, hermano. Tú eres el actor de la obra y la obra se ejecuta según tu libre albedrío. ¿Quieres estar mal, amigo? Pues esa es tu decisión. ¿O prefieres tomar las riendas de tu propia situación?

¿Vas a seguir estando a merced de esos arcontes, que se alimentan de tus sueños y te agarran las emociones?

Tú decides, compañero. Te lo digo de verdad, yo ya estoy hasta el moño de tanta inestabilidad.

Hoy decido, hoy decreto, hoy te ordeno que te alejes, que me olvides, que me sueltes. Hoy decreto, ser oscuro, ser que acompañas mi vida que mi emoción y mi orgullo, son míos sin más mentiras.

No consiento que interfieras nunca más en mi buena vida.

Te devuelvo tus miserias, haz un buen uso con ellas. Y las transformo en amor para que sirvan al mundo, para nuestro bien mayor.