Empieza temprano el plan de adoctrinar al humano.
Se lo quitan de las manos a su papá y su mamá.
Los papás ilusionados se lo entregan al estado que de inmediato te unge con un número de serie y pasas a ser un muerto antes de tiempo.
Entonces sigue la cosa de aula en aula, aprendiendo cosas que de poco han de servirte para hacerte compatible con vivir en equilibrio entre tu mente y tu espíritu.
Y así dale que te pego, te vas haciendo mayor mientras pierdes la alegría y un poquito la ilusión.
Mientras vas teniendo miedo al castigo y la obsesión de ser mejor y más bueno para que no te den carbón.
Y te pierdes a ti mismo y a tu poder interior, y te entregas al trabajo como si no hubiera nada mejor.
Porque has de ser útil y válido en este mundo de locos. Porque no vales otra cosa que lo que te digan los otros.
Se desdibuja tu cara, tu sonrisa es una mueca, has perdido la partida de la magia de vida.
Y empiezas a preguntarte para que has venido al mundo.
Olvidaste la misión cuando saliste del útero.
Recuerda, párate, frena. Rebobina y recupera la energía que trajiste cuando a este mundo viniste.
Eres un ser poderoso, capaz de cualquier milagro.
Despierta pues del letargo y sal al mundo a explicar, a ofrecer, a regalar toda tu sabiduría que has mantenido escondida, que te han querido robar.
Eres sabio hermano humano, eres grande y soberano, eres libre, independiente, eres bello, eres valiente.
Olvídate del pasado y conviértete en el mago, el mismo mago de Oriente.