Y le hice la pregunta y desapareció…
Se disipó entre la oscuridad de la sala, con el olor del incienso y la luz de la velita.
Decidió retirarse y dejar de alimentarse de mi emoción.
Y le hice la pregunta y me dejó en libertad. Mi Ser pudo con su energía y dejó de extorsionar.
Pude seguir meditando, pude respirar en paz.
Yo le hice la pregunta y ella me dejó volar.
Me liberó de sus garras de miedo, de soledad, de ansiedad, de pensamientos, de juicios, de vanidad.
De problemas inconcretos, de preocupación, de negatividad.
¿Qué quieres de mi? Le dije, y ella ya no quería nada.
Me dejó con el misterio, el amor, y la verdad.
Me liberó de mi misma y pude dormir en paz.