Volver a tu zona de confort resulta poco confortable.
Volver de la selva, del río salvaje, de la montaña gigante, del camino empedrado y empinado. Volver del fango y de la lluvia. Volver del miedo y del barranco.
Volver y no reconocerte. Volver y tener que calzarte tus zapatos secos y tu ropa limpia.
Y volver a tu cama y a tu insomnio. Y volver a tu dieta y a tu báscula y volver a tu presión y a tu depresión.
Volver y agradecer el aprendizaje y aprender a re-colocar tus emociones.
Volver y sentir que no se acaba de volver del todo del lugar en donde has sido libre.