Los tiempos eran lentos, las películas menos, los horarios imposibles pero las ganas todas. Había poco dinero y menos egos. Todos lo hacían todo, algunos eran genios.
Somos sus sucesores, pero nunca los alcanzamos. Pertenecían a una generación irrepetible y única que se gestó en la radio. Sus rostros eran anónimos, pero sus voces se metieron en nuestra vida para siempre. Eran magos, eran artesanos, eran duendes…Eran las voces en nuestro idioma de los actores y actrices de Hollywood. Las voces de las películas que hacían soñar a una sociedad triste y enferma. Las voces que endulzaron la dictadura.
Con ellos el doblaje se convirtió en un arte. Un oficio apasionante para hombres y mujeres apasionados que hicieron de su trabajo su mayor afición, su forma de vida. Literalmente se pasaron la vida frente a la pantalla. Desde la moviola de ajuste, a la butaca de dirección o el atril, todos se dejaron la voz y la vista y también sus emociones.
La mayoría de ellos traspasaron el umbral de esta vida y se quedaron para siempre en los magnéticos de las películas. A los que aún estáis entre nosotros queremos ofreceros este homenaje de admiración y reconocimiento, como representantes de una generación irrepetible y única que conformó la época dorada del doblaje en nuestro país y a la que estaremos eternamente agradecidos por habernos enseñado vuestro oficio y habernos transmitido vuestra pasión.
Gracias a Rosa, María Luisa, Arsenio, Marta, Julia, Enriqueta, Santiago, Antonio, Ricardo, Elsa, Joaquín, Rogelio, Felipe, José Luis, Manolo, Rafael, Miguel Angel, Luis, Nuria, Roser, María Dolores, Gloria, Bartomeu, Dionisio, Fernando, Alberto, Pepe, José María, Eduardo…