Cierra los ojos y escucha a tu corazón. Sólo existe este momento, no tengas miedo. Respira. Atrévete a conectar contigo y tu sintonía.
Eres ese transistor obsoleto, desarmado, perdido y desamparado que no tiene más temedio que sonar entre tanto tedio. Eres una radio antigua, tic, tac, toc, tic, ¡qué desidia!
Busca otro interlocutor, tu ritmo es suave y pequeño, no quieras hacerte el tierno, no cometas otro error.
Llegaste sólo hasta aquí, y sólo te irás amigo, no vuelvas a hacerte el fino, sabes que esto tiene fin.
Mientras tanto, canta, sueña, vive, llora, abraza, tiembla…Son cuatro días, pequeña, todo acaba y tiene fin.
Aprovecha esta mañana de febrero soleada y saluda al sol de cara, él te sabrá responder.
Todo pasa, nada queda, disfruta pues de este instante, con eso tienes bastante: con el pájaro que trina, mirar una golondrina, comer ese chocolate. Charlar contigo, besarte, recordar a los ausentes y esperar a los infantes que están abriéndose paso desde un útero sagrado.
El futuro es ya presente, nada queda, todo pasa, bendita sea ésta tu casa desde ahora y para siempre.