CARITA DE ZANAHORIA

Carita de zanahoria, cuerpito de coliflor, se te ha pasado la vida con el mismo camisón. No se estropea la ropa, como me estropeo yo. Mi cuerpo se descompone, mi ropa huele a almidón.

Los minutos y las horas, los días que se suceden forman una orquesta rara, una sinfonía perenne.

Hoy es lunes, luego viernes, ayer verano, hoy diciembre.

Antes tuve el pelo largo, hoy tengo canas en las sienes.

Y me miro en el espejo y busco a mi niña chica que se escondía del mundo, que pasaba inadvertida. Y la busco y no la encuentro y me la llevo a dormir, esperando que en mi sueño se aparezca en mi jardín.

Y me miro y me doy besos, y me parece mentira que me quepa el camisón que ayer mismo me ponía.

Con el que me hice mayor, soñando que me dormía, con el que tuve a mis hijas creyendo que te quería.

Carita de zanahoria se me pone cuando pienso que se han pasado los años y yo sigo el mismo cuento. Buscando la caracola que perdí en aquel colegio, donde las monjas rezaban y yo me creía sus rezos.

EL CAMINO

De paseo por la vida, aprendes a caminar, a veces subes la cuesta, otras tienes que bajar.

Vas atravesando puertas que no quieres traspasar, miras ventanas abiertas y no las puedes cerrar.

La vida es un laberinto sin principio ni final. Cuando crees que ya has llegado, has de volver a empezar.

Ahora es el cuerpo, la mente, el alma, la eternidad. Ahora estás vivo, consciente, ahora ya no puedes más.

Un constante bamboleo, siempre de aquí para allá. Ests vida es un misterio, es cruel, es fenomenal.

El camino paralelo, convexo, perpendicular. Todo junto, todo revuelto y otra vez vuelta a empezar.

Me castigo, me perdono y me vuelvo a castigar. Hasta que de pronto un día me rindo y empiezo a mirar.

Todo estaba en mi interior y no lo supe encontrar.

LA BUENA GENTE

Dale una oportunidad a la buena gente. Escucha y ponte en su lugar y aprende a ‘perder el tiempo’ atendiendo a los demás.

Desacelera tu ritmo, párate un poquito más, visualiza a tu vecino, ese que no sabe saludar.

Tal vez esté muy cansado, tal vez no puede avanzar, no se mira en el espejo y no sabe dónde está.

Acompañar, dar la mano, hablar menos y oír más. Ser empático, educado, cariñoso y servicial.

Venimos del mismo sitio, no nos demos tanto miedo. Traemos la luz divina, metidita en nuestro cuerpo.

Somos dioses que olvidaron lo poderosos que son, dale una mano al vecino y ve a saludar al sol.

EL KARMA

‘Caminante son tus huellas el camino, nada más, caminante no hay camino, se hace camino al andar’ dice un poema del maestro Machado.

La vida es ese caminar que no puedes dejar de andar, donde no puedes volver la vista atrás, donde cada paso es el resultado del camino recorrido, pero también cada paso puede ser el comienzo de un nuevo camino..

Ni religiones, ni curas, ni políticos, ni cuentos, ni médicos, ni maestros, ni padres, ni amigos eternos.

Una semilla estelar, venida de otro planeta que decide experimentar…¿el karma?

Sólo tú tienes la respuesta.

Traes todos los instrumentos, los ingredientes precisos, para cocinar tu plato, para tocar el concierto más divino.

Pero nos perdemos en el intento.

Y nos llevan al colegio y creemos que tenemos que ganarnos el sustento con el sudor de la frente y perdemos nuestro divino tiempo en la rueda del hámster que da vueltas in eternum.

Tú creas tu propio karma, tú matas tu propio sueño, tú entregas tu tierna vida al carcelero perverso.

Deja ya de alimentar tanto horror y tanto miedo. Tú eres el dueño de tu vida. Tú eres Amor eterno.

Eres Dios mismo encarnado disfrutando este momento, experimentando el misterio de vivir aquí encerrado gozando con este cuerpo.

¡Mírate hermano! Y respira. Libera tu ser perfecto de esta matrix de mentira. Despierta de este mal sueño.

ROMANCILLO DE MAYO – MIGUEL HERNÁNDEZ

Romancillo de Mayo 

Por fin trajo el verde Mayo
correhuelas y albahacas
a la entrada de la aldea
y al umbral de las ventanas.
 
Al verlo venir se han puesto
cintas de amor las guitarras,
celos de amor las clavijas,
las cuerdas lazos de rabia,
y relinchan impacientes
por salir de serenata.
 
En los templados establos,
donde el amor huele a paja,
a honrado estiércol y a leche,
hay un estruendo de vacas
que se enamoran a solas
y a solas rumian braman.
Los toros de las dehesas
las oyen dentro del agua
y hunden con ira en la arena
sus enamoradas astas.
Remudan los claros ciervos
su cornamenta arbolada
igual que un ramo de rayos
y una visión de navajas.
La cabra cambia de pelo,
cambia la oveja de lana,
cambia de color el lobo
y de raíces la grama.
 
Son otras las intenciones
y son otras las palabras
en la frente y en la lengua
de la juventud temprana.
 
Los celosos chivos pierden
entre sus dientes sus barbas:
se rinden a cabezazos,
se embisten y se maltratan,
y en medio de los ganados
mueven, lo mismo que espadas
rabiosas y deseosas,
lenguas amantes y patas.
Van los asnos suspirando
reciamente por las asnas.
 
Con luna y aves, las noches
son vidrio de puro claras;
las tardes, de puro verdes,
de puro azul, esmeraldas;
plata pura las auroras
parecen de puro blancas,
y las mañanas son miel
de puro y puro doradas.
 
Campea mayo amoroso;
el amor ronda majadas,
ronda establos y pastores,
ronda puertas, ronda camas,
ronda mozas en el baile
y en el aire ronda faldas...

MIGUEL HERNÁNDEZ

España (1910 – 1942)

EL MES DE LAS FLORES

Duras poco y vales mucho mayor de mis bendiciones, tus días ya son larguitos y estás llenito de flores 💐

Calientas pero no quemas, alumbras sin deslumbrar, eres mayo una belleza que nadie puede igualar.

Me salen los versos solos sin tenerlos que ayudar porque en mayo los poemas surgen sin tenerlos que buscar.

Estás preñado de flores a puntito de explotar, estás cargado de olores, eres mayito un volcán.

Duras poco y vales mucho por eso quiero te cantar y decirte mayo bello que contigo quiero estar.

Ser siempre alegre y dispuesto, no tenerme que quejar. Olvidarme de las penas, ser sólo amor y bondad.

Porque eres mayo maestro, de vida y de libertad. Seguiré tu olor a rosa y cantaré sin parar.

NOVENTA AÑOS – a mi tieta Carmen

Despacito y bien derecha, no te quieres agachar. La cabecita bien alta, no te vayas a encorvar. Siempre fuiste muy discreta, la vida te quiso dar cosas que tú no querías o no supiste apreciar. Secretaria empedernida, casada con tu trabajo, de mañana, mediodía tarde o noche y a destajo. De tu casa a la oficina, los domingos por la tarde te permitías el lujo de bailar en algún baile. Y te ibas de excursión y a veces de vacaciones y así has pasado la vida, sin muchas más emociones. Tu mamá no te cuidó cuando a ti más te hacía falta, pero vivió muchos años contigo y las telarañas. Vidas largas, juergas pocas. Sin excesos, ni excepciones. Todo es como es debido, ya no me hago ilusiones. Has llegado a los noventa, con la cabeza bien clara, la cadera soñolienta, las piernecitas cansadas… Pero aún te queda fuelle y si quieres un consejo, baila, canta, sueña, ríe….todavía estás a tiempo. No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Hoy es siempre todavía, pero recuerda, querida tía, que hoy la vida aún te permite salir a tomar el sol. Agradece y mira al cielo, disfruta de tus noventa, tu vida no ha sido fácil, tu muerte será una siesta. Sin hacer mucho ruido, sin dolor, sin estruendo. Te irás despacio algún día al país donde los sueños que no tuviste de niña te regalan su misterio. Hecho está, yo lo decreto. Y así será mi tieta, fuiste buena, fuiste bella, fuiste una niña pequeña.

HISTORIA ANTIGUA DEL HIMALAYA – OSHO

Un hombre estaba muy interesado en conocerse a sí mismo, en iluminarse. Toda su vida había buscado un maestro que le enseñara la meditación. Había ido de maestro en maestro, pero no sucedía nada.

Pasaron los años, y estaba ya cansado, exhausto. Entonces alguien le dijo:

—Si de verdad quieres encontrar a un maestro, tendrás que ir al Himalaya. Allí vive uno, en una parte incógnita; tendrás que buscarle. Una cosa es cierta, el maestro se encuentra allí. Nadie sabe exactamente dónde, porque cuando alguien llega a dar con su paradero, él se adentra todavía más en las cordilleras del Himalaya.

El hombre se estaba haciendo viejo, pero hizo acopio de valor. Durante dos años trabajó para ganar el dinero del viaje y se puso en camino. Así que tuvo que viajar en camellos, en caballos y después seguir a pie hasta alcanzar el Himalaya. La gente le decía:

—Sí, conocemos al anciano, es muy viejo; uno no puede saber qué edad tiene, quizá trescientos años, o incluso quinientos años, nadie lo sabe. Vive por aquí, pero el sitio exacto no lo sabemos. Nadie sabe exactamente por dónde para, pero anda por aquí. Si buscas con empeño le encontrarás.

El hombre buscó y buscó y buscó. Durante dos años estuvo vagando por el Himalaya. Estaba cansado, exhausto, absolutamente exhausto; viviendo sólo de frutos salvajes, hojas y hierbas. Había perdido mucho peso. Pero estaba determinado a encontrar a ese hombre. Merecía la pena, aunque le costara la vida.

Un día vio una pequeña cabaña, una cabaña de paja. No tenía puerta. Miró dentro, pero allí no había nadie. Y no sólo no había nadie, sino que todo indicaba que durante años no había habido nadie. Puedes hacerte una idea de lo que le pasó a aquel hombre; cayó al suelo. De puro cansancio dijo:

—¡Me rindo!

Se encontraba allí, tumbado bajo el sol, con la fresca brisa del Himalaya. Y por primera vez, empezó a sentirse tan feliz. Nunca había sentido tal dicha. De repente se sintió lleno de luz. De repente todos los pensamientos desaparecieron, de repente se transportó; y sin razón alguna, porque no había hecho nada. Y entonces se dio cuenta de que alguien se inclinaba hacia él.

Abrió los ojos. Allí estaba; un hombre muy anciano. Éste, sonriendo, dijo:

—Así que has venido. ¿Tienes algo que preguntarme?

Y el hombre contestó:

—No.

Y el anciano se rió, dio grandes carcajadas que resonaron en el eco de los valles.

—¿Sabes ahora qué es la meditación?

Y el hombre dijo:

—Sí.

¿Qué había sucedido?

Aquella exclamación que salió del núcleo más interno de su ser: «¡Me rindo!» En ese rendirse, todos los esfuerzos mentales orientados a una meta desaparecieron, todas las tentativas desaparecieron. Y la dicha se vertió sobre él. Se quedó en silencio, ya no era nadie, y tocó el último estrato del no-ser. Entonces supo lo que era la meditación.

La meditación es un estado mental sin metas.

El ego está orientado hacia los resultados, la mente siempre ansia resultados. La mente nunca está interesada en el acto en sí mismo, su interés es en el resultado. «¿Qué es lo que voy a ganar con ello?»

El ser no está orientado hacia los resultados.

La meditación les sucede sólo a aquellos que no están orientados hacia los resultados.

Cuando te rindes a tu ser, entonces no hay necesidad de ir a ninguna parte, Dios vendrá a ti.

Exclama desde muy dentro: «Me rindo.» Y el silencio descenderá, la bendición te rociará.

OSHO

¡QUÉ MARAVILLA!

¡Qué maravilla! Me visita una abubilla! Con su crestita tiesita y su gritito especial.

Una abubilla que anuncia días de rosas y amores, de risas y de reuniones, de abundancia sideral.

Una abubilla pequeña, marroncita, pedigüeña de caricias y mimitos, como los que da mamá.

La abubilla de los cuentos, la que trae buenas noticias, la que anuncia buenas nuevas, y finales de verdad.

Hoy me visita la risa, el amor, la paz, el aire, ese cielito de tarde que me invita a suspirar.

A creer que nunca es tarde, que puedo lo que me proponga, que no hay límites ni normas, sólo la Ley Natural.

Hoy he visto una abubilla, hoy me has dado otra señal.

YO ME VOY A MORIR SANA

Yo me quiero morir sana, con plena conciencia, sabiendo a lo que voy y valorando lo que dejo.

Me quiero morir en casa, una tarde de verano agarrada de la mano, cantando mientras me voy.

Me moriré despacito, sin hacer mucho ruido, sin dar la lata al vecino, nunca me gustó el barullo.

Mi muerte será discreta, pero harán cola en la puerta, el amor que haya sembrado brotará en el otro lado.

Porque yo no moriré, porque la muerte no existe, y tú no vas a estar triste, no tendrás necesidad.

Me querrás aún de ese modo, muerta, pero con decoro. Sana, joven, predispuesta a volar hasta esa puerta que nadie quiere cruzar.

La muerte es una frontera entre tú y la eternidad.

Y me moriré sanita, sin las píldoras malditas, que te recetan los dioses de la farmacia infernal.

Me moriré muy contenta, he vivido hasta la ‘siega de la patata’, pequeña, como decía mi padre antes de irme a acostar.

Y no me despediré, nos veremos en la esquina, la vida es tan chiquitina… no hay principio ni final.