Cuando éramos brujas con escoba y carnet y volábamos lejos donde nadie nos podía ver… Hacíamos las pócimas que sanaban la piel y curábamos los males que no se podían ver.

Cuando éramos brujas, buenas brujas también, esas brujas pequeñas por fuera y enormes a la vez. Brujas que, sin hablar, nos podíamos entender, brujas sin miedo, poderosas brujas de miel.

Hablábamos mil lenguas, nos pintábamos la piel, cantábamos canciones, saltábamos sin red. Hacíamos milagros que todos podían ver, creíamos en nosotras, nos sentíamos bien.

Recupera esa bruja que guardas en tu ser, esa brujita sabia, esa bruja de ayer, que conoce las reglas del mundo sin saber, si dos más dos son cuatro, o cinco, o siete, o diez.