Tantas lenguas, tantas razas, tantos sueños similares, repartidos entre seres que en el fondo son iguales.

Una torre de Babel dijeron que construyeron para que no nos podamos entender.

Sin embargo yo te digo, hermano que hoy aquí me lees, que no hay torre que separe al hombre de su verdadero ser.

Que anhelamos el misterio, que procedemos de Aquel que no se puede nombrar y que es Infinito también.

Que cuando entiendas, mi amigo, que no tienes enemigo, que tu hermano es tu vecino y tu verdugo, pudo ayer ser la víctima de ti mismo.

Tal vez entonces comprendas que todos estamos en el mismo camino. Que llegamos en distintas etapas a la misma meta y que Dios y tú y yo somos lo mismo.