Desconectados del cuerpo, vamos de aquí para allá, sin rumbo, sin armonía, sin principio, ni final.
El cerebro es el que guía, el corazón va detrás.
Y andamos descabezados, sordos, ciegos, destartalados. Huérfanos de amor y abrazos, estresados, ocupados.
Muy serios, malhumorados, sesudos y complicados.
Grandes hombres de provecho que viven en un barbecho. Que no conocen la risa, ni el amor, ni la ternura.
Que siempre comen de prisa, el tiempo es una tortura.
Sociedad enloquecida, enferma de soledad. Sociedad de la mentira, de la falsa libertad.
Sociedad donde no hay tiempo para salir a bailar con tu hijo, con tu nieto, para poderte abrazar.
No puedes, no tienes tiempo, ni de comer, ni cagar. Hay que ir siempre corriendo, siempre de aquí para allá.
Sin respetar tus misterios, sin honrar tu humanidad, tus ciclos, tus contratiempos, tus ganitas de volar.
De ser libre como el viento, de ser un hombre° y nada más.
°(Utilizo «hombre» genéricamente para referirme tanto a las mujeres como a los hombres. Para mi no hay diferencia más allá de nuestra biología)