Haz las paces con el mundo y siéntate a meditar.
Nunca nadie te hizo nada, todo estaba en tu mental.
Cuando te rindes y sueltas, cuando dejas de luchar, cuando no vives en guerra contigo y con los demás…
Un día ya te das cuenta de que nada es trascendental y que no vale la pena, sufrir y despotricar.
Que vivir es más sencillo, que sólo hay que respirar, agradecer, bendecir, hablar menos, callar más.