En mi ciudad hay un pueblo chiquito que conserva el encanto de cuando era un pueblito.
Con mercados antiguos dentro de plazas viejas, con olor de azahar en sus calles estrechas.
El pueblo que de joven disfrutó mi papá y por sus calles pequeñas hoy pasea su nieta, llevando en su regazo una preciosa estrella.
Un pueblo de colmados, de locales pequeños, de cafés con encanto, barberías y tiendas.
El pueblo en el que mi abuela se dejó media vida, trabajando a destajo en una fábrica antigua, y hoy por sus paredes sólo corren las risas de los niños pequeños, de palomas y vecinas que se cuentan historias y recuerdan caricias.
Es curiosa la vida, das vueltas y de nuevo vuelves al punto de partida.
Hoy Brunito es el dueño y tu estás en la brisa, respiramos el aire que respiraste en vida pero hoy vamos con máscaras que tapan la sonrisa.