Asómate a ese rayo que se abre paso entre las nubes.
Agárrate a su luz y sostén su energía.
No pienses, no recuerdes, no hables, ya no llores…
El rayo que no cesa como escribió Miguel.
El rayo pequeñito que alumbra aunque esté a oscuras.
El rayo de Belén.
El rayo que traspasa montañas y paisajes, que te anuncia los días que aún quedan por venir.
No tiene expectativas, no espera, no te engaña, es un rayo chiquito, un rayo pequeñín.
El rayo de la infancia, el rayo de esperanza que anuncia amaneceres que aún quedan por vivir.