Cuando olvidas el miedo y confías en la vida. Cuando no te anticipas a todos los problemas.
Cuando aparcas las dudas y alimentas los sueños. Cuando abres la puerta a todos los misterios.
Cuando cierras los ojos sin pensar en mañana y te duermes tranquilo lejos de tus infiernos.
Cuando no tienes ganas de sufrir por si acaso, cuando todo el ocaso se ilumina en tu pecho.
Es entonces, mi hermano, que la vida es un sueño, una fiesta perpetua, un jardín, un portento.
Es entonces que creo que soy un ser humano, invencible, abundante, saludable, completo.
No tengo miedo a nadie, ni siquiera a los muertos. No me siento cobarde, no renuncio a mis sueños.