Antiguamente, hace más de 50 años, allá por el siglo XX, el siglo de los humanos que vivíamos sin móviles en la mano…
En ese entonces lejano, de teléfonos y botones, conferencias penitentes, panderetas y tambores…
Allá por aquel entonces, cuando éramos enanos con calcetines de seda y alpargatas y tejanos.
Allá, digo, éramos inocentes, alegres, desenfadados y oíamos a Serrat con velitas en las manos.
Ayer, cuando vi el concierto de despedida del ‘nano’, me entró un sentimiento extraño de nostalgia y desamparo.
De pérdida, de tristeza, de: ¡»joder cómo pasan los años»!
Y me llamó la atención que en lugar de esas velitas que encedíamos antaño, hoy despidieran al poeta con móviles en la mano.
Menos romántico sin duda y sin duda, mucho más práctico.
Gracias, querido Serrat, por cantarle a cualquier santo, sea chino, catalán, aragonés o murciano.
Has sido muy especial. Te agradezco tantos años, tantas lágrimas de sal, tanto amor, tanto arrebato.
Tanta música celestial, tanta poesía. Tanto artista colosal, tantas letras que me enseñaron a hablar en catalán.
Gràcies Joan Manel Serrat. Gràcies per ser un tío tan maco.