La mayor manipulación que ejerce el poder sobre nosotros pasa casi siempre desapercibida. Ocurre, cual gota malaya, despacito, sin que nos demos cuenta. Desde que te levantas y pones la radio, luego vas a la escuela o al trabajo, lees el diario mientras comes o miras la televisión por la noche.
El pensamiento único, la verdad que te inoculan siempre uniforme, la opinión de los sabios, expertos todos… Todo ello conforma un pensamiento unificado, donde la discrepancia se considera negacionismo y donde el pensamiento crítico está condenado al ostracismo y la separación de la masa.
Hay que creer la versión oficial.
¿Quién podría imaginar que todo, absolutamente todo lo que te cuentan es mentira?
Los que empezamos a dudar de todo, caemos en una especie de tristeza existencial, de duda personal, de soledad universal.
Sólo yendo hacia dentro de ti mismo puedes encontrar alivio. En el silencio. En la naturaleza. En el amor incondicional. En Dios. ¡Un dios tan distinto al que nos enseñaron!
Soñar un mundo mejor, sin dolor, sin mentiras, sin guerras, sin odio, es posible sólo si dejas de comulgar con el dogma que te inoculan diariamente.
Hoy la guerra es universal y el frente de batalla se libra en cada casa. En el miedo a todo: a enfermar, a no tener dinero, a no aprobar una asignatura, a no poder pagar el alquiler. Sufrimiento, inseguridad, incapacidad, frustración. Esa es la comida que tragamos cada día…
Hasta que decides salir de tu zona de disconfort y empezar a creer en ti y en tu inmenso poder.
Nunca te enseñaron eso en la escuela. Jamás te lo dijeron en casa. Eres poderoso. No necesitas seguir sufriendo desde que naces para llegar a ser otro esclavo hasta tu muerte.
Has venido a disfrutar de este paraíso.
Cambia tu vida.
Una vida de escasez, de sufrimiento, de stress, de necesidades innecesarias.
Abre los ojos y busca tu libertad. Está más cerca de lo que crees.
Lo demás es mentira