LA CIUDAD DE LA JUSTÍCIA

Caras serias, cigarrillos, celulares que echan humo. Son los hombres y mujeres que dirigen este mundo.

Han perdido la sonrisa, tienen miedo y ansiedad, van de fuertes por la vida pero ya no pueden más.

Cargan miles de mochilas, comen poco, duermen mal. Nunca dan una caricia. Hablan, no paran de hablar. Pero nunca dicen nada, sus palabras saben mal.

No pertenezco a este mundo cargado de soledad. Lleno de humos baratos, sin sol, sin agua, sin sal.

Hoy vengo a ver a esta gente enferma de humanidad. Os saludo con el alma, compadezco vuestro andar.

Quedaos ahí en vuestro mundo, no nos queráis conquistar, vuestros sonidos de guerra me dan ganas de llorar.

No veis el sol, ni la luna, no escucháis a los pájaros trinar, no conocéis la alegría, el amor no sabéis dónde está.

Pobres hombres inhumanos, elegisteis siempre mal, si queréis mirar hacia otro lado, siempre me vais a encontrar.

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