¡Imponente, imparable, eres tan impresionante!
Has hecho que, de repente, el virus se haya opacado ante la inmensidad de tu fuerza natural y arrolladora.
Cuando la tierra habla, el hombre enmudece.
¡Imponente, imparable, eres tan impresionante!
Has hecho que, de repente, el virus se haya opacado ante la inmensidad de tu fuerza natural y arrolladora.
Cuando la tierra habla, el hombre enmudece.