Fluyendo, sin controlar. Sin pensar en el mañana, con confianza total, sin miedo a lo que dirán, mirando las musarañas.
Sabiendo que eres mortal pero vivirás por siempre, como esa estrella fugaz que ya no ves pero aún sientes.
Sin control, con esperanza en lo que ha de venir, abriendo los brazos al tiempo y dejándonos fluir.
Construyendo cada día ese nuevo porvenir, sin pensar qué hubiera sido, sin arrepentimiento, sin ira, sin temores ni mentiras.
Despertando cada día con una nueva ilusión, la de ver salir el sol y esa estrella en tu ventana que te ilumina la cara y te alegra el corazón.
Fluyendo, sin controlar. Bendiciendo el caminar, amando con desmesura, cuidando a cada criatura y honrando su despertar.
El momento lo merece, la ocasión la pintan calva, el mundo es una esmeralda de color efervescente.
Sin control, con alegría, riéndote de los días que no estuviste presente.