Hoy nos hemos mirado y nos hemos destapado la cara. Nos hemos visto la sonrisa y nos hemos acariciado el alma.
Hoy el miedo se ha esfumado de vuestras bonitas caras y las vacunas infames nunca más serán usadas.
Hoy he sentido la vida vibrar detrás de esas batas y unos ojitos mirones embriagados de miradas.
Hoy siento que os he servido de ejemplo, de tolerancia y os he abierto una ventana en vuestra humilde farmacia.
Hoy me siento muy feliz, somos muchos y, por fin, aunque sólo seamos uno, valemos como por mil.
Despacito, poco a poco, sin prisa pero sin pausa, la luz empieza a brillar y la oscuridad se espanta.