Los más vulnerables, los viejos, los niños. Caritas de miedo caminan por las calles.
Viejos encorvados, ahogados tras sus mascarillas, caminan despacio el resto de sus días. Los protegen de un virus que inoculan ellos mientras los vacunan sin ningún consuelo. Sin explicaciones, sólo con el miedo.
No tienen defensas, se las han robado, ni pueden pensar, eso es demasiado, hay que obedecer a la autoridad, sin hacer preguntas, y sin rechistar.
Amenazan con multas y con que te mueras, como si la vida alguna vez hubiera sido eterna.
Morirte de miedo, ahogado y bien vacunado, ¿ese es el futuro que nos ha tocado?
Hace un sol de otoño, y una luz divina, yo no me resigno a vivir con mascarilla, pero mi voluntad no está abducida y puedo decidir por mi misma.
Los niños en cambio, todos tapaditos detrás de bozales, cual animalitos, guardando distancias con sus amiguitos, aprendiendo cosas en colegios antiguos.
Tengo confianza en la humanidad, mas pronto que tarde un día despertará.
Respirad el aire de este otoño tibio, oled muchas flores, cantad con los grillos. Mirad las estrellas, bailad a su ritmo, abrid bien los ojos, no os creáis este timo.