Hoy brillas menos que ayer, pero yo te puedo ver. Te miro, sol, a la cara y me siento respaldada. Tu luz no daña mis ojos, me acaricia, me alimenta, me invita a entrar en tu casa sin apenas darme cuenta.
Eres tibio, sabio amigo, eres el sol de infancia, el que acaricia y da abrigo, el que guarda las distancias.
Eres el padre solícito que acude cuando hace falta, el que siempre viene a verme sin esperar mi llamada.
Te escondes tras una nube y parece que te apagas, pero tu luz siempre vuelve para iluminar mi alma.
Te doy las gracias sol mío, sol de todas las galaxias, que acompañas mis latidos hace eones de mañanas.
Todo es como es debido, respira y ten confianza.
Sabias palabras
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