Mientras las ciencias adelantan las incomodidades aumentan.
Coger un avión hoy en día es una aventura tan absurda como incómoda. Se supone que es el medio de transporte más rápido y seguro, pero para asegurar lo segundo se estropea lo primero. Es el absurdo de la seguridad: todos bien registrados, sobados, fotografiados, desnudados e incluso a veces maltratados en aras de una falsa seguridad que todos, como borregos, acatamos.
El miedo se ha apoderado de la sociedad moderna y desarrollada y evolucionada. Evolucionada hacia la involución.
Conectados y Desenraizados.
Todos enchufados, conectados, registrados, enredados en las redes móviles, sociales, pero más inmóviles y solos que nunca.
Dame una pantalla y me olvido del mundo.
El exterior puede ser de plástico, puede estar lleno de mierda o puede ser el mejor paisaje que has soñado nunca. No importa. No existe. La pantalla lo ha borrado. La vida virtual ha tomado el poder. Pierdes el tiempo compartiendo fotos mientras te pierdes el paisaje. Has de contestar todos tus mensajes pero dejas de conversar con quien viajas…
Todos jorobados tras el último modelo de iPhone.