Subiendo los escalones de la vida, aprendes poco a poco a confiar en ella.
Aprendes, también, que todo pasa por algo y eso no es resignación, es conciencia y convicción de que no existe el azar, ni la casualidad.
Que no recordamos nada de nuestra misión inicial, pero subiendo escaleras, aprendes a recordar.
Aprendes a dejar ir, aprendes a respetar, los tiempos, las impaciencias tuyas y las de los demás.
Subiendo las escaleras, a veces rotas, de la vida, descubres tu valentía, tu resistencia, tu fuerza para seguir, a pesar de las caídas y los tropiezos.
Te vuelves más confiado, más feliz, más relajado. Dejas que la vida pase, confiando en el resultado.
Al final, nada sucede, todo acaba resultando la experiencia necesaria para tu evolución, eso dicen los más sabios.
Y yo no sé si es verdad, pero mi alma y mi cuerpo así se sienten en paz.