‘Febrerico el corto’ decía mi abuela, febrero de sol y agua buena.
Febrero de invierno y verano en otros lares, febrero de disfraces y canciones banales.
Febrero, yo me duermo en tus laureles de invierno, acurrucada en las nubes, montada a lomos del viento.
Entre siestas de domingo y merienditas a tiempo para contarle a mi nieto los cuentos que siempre invento.
Esa siesta calentita al sol de una tarde de febrero, cuando los mirlos me bailan y las grullas gritan a lo lejos.
Cuando me siento feliz de mi vida en este cuerpo, cuando siento que es así, y así será si así lo creo.
A la rica siesta al sol, aprovecha compañero, que te lo quieren prohibir y yo ya NO LO CONSIENTO