Nacemos para morir, pero nadie te lo explica. Porque para que te expliquen deberían haberlo trascendido primero.
Desgraciadamente no recordamos a qué venimos a esta vida.
¿Por qué y para qué estamos experimentando tantas vivencias? No nos acordamos que así lo acordamos antes de nacer.
Vivimos para aprender a evolucionar espiritualmente. No vivimos para ser el mejor arquitecto, ni el mejor empresario…
En todo caso, para ser el padre más amoroso y la madre más cariñosa.
El amor es la experiencia más pura. Y lo que puede salvarnos de la desesperación de no encontrarle sentido a la vida.
La vida se ama a si misma. Se experimenta a si misma.
Somos viajeros en esta vida, y nuestro único equipaje es el Amor, nuestra única meta y nuestro único camino.
Nada es casual.
Escogimos la experiencia. Pero cada uno decide cómo la vive. Y si tenemos que seguir aprendiendo volveremos de nuevo a practicar.
¿Cómo lo sé? Lo siento en mi corazón, lo veo con mi tercer ojo.
Por eso ya no le temo a la muerte, porque a pesar de que nadie me lo explicó, yo ahora ya lo sé.