Nos unen lazos invisibles, tal vez sogas energéticas, a lo mejor dependencias, apegos y otras penitencias.
Atados a sentimientos, embargados de emociones, condicionados, dispersos, llenos de miedos, vacíos de convicciones.
Cargados de pensamientos mal resueltos la mayoría de las ocasiones.
Enfundados en deseos que no son nuestros, olvidando nuestras verdaderas ilusiones.
Libre albedrío tenemos para salir airosos de tanto jaleo.
Libre albedrío para ejercerlo y volver a empezar.
Libre albedrío para escucharnos y aprender a reaccionar.
Atender a nuestro niño herido y empezar a volar.