Escucho a mi cuerpo sabio que me pide más descanso. Se empacha con la comida que no vibra en mi frecuencia.
Escucho mi mente que quiere ir siempre por libre, que interfiere, se hace fuerte y cree poder invadirme.
Me escucho y me doy permiso para escuchar el silencio, para holgazanear un poco sin más arrepentimiento.
Cierto los ojos entonces y medito en todo esto, en la suerte que tenemos de vivir este momento.
Agradezco la conciencia, integrando las frecuencias cristalinas que hoy tenemos, que llegan sin darnos cuenta y se incrustan en el pecho.
Cuido también las palabras, los gestos, el pensamiento. Las compañías insanas, los deseos insatisfechos. La esperanza, las certezas y los seres que conmigo vibran en el mismo tiempo.
Bendecidos, sostenidos, hermanados, manifestando la vida en plenitud y recogimiento.
Me debo aquí pleitesía, amor, pureza, respeto. Me reconozco infinita, bendigo mi Ser perfecto. 🙏