Cuando me vaya a morir, me despediré de todos, me iré suave y de puntillas, sin dolor ni malos modos.
Tendré tiempo de cenar, de abrazarte y conversar. Será una despedida lenta, amorosa y muy cordial.
No habrá llantos, ni tristezas, no quiero un gran funeral. Prefiero bailes y cantos, prefiero amor de verdad.
Que recuerdes mi belleza, la que supe conservar. Mi risa, mi fortaleza, mis ansias de libertad.
Me iré cuando lo decida. Tengo libre voluntad. Tengo misiones antiguas que no puedo postergar.
Me iré libre de mentiras, todo en mí es pura verdad. Hice lo que supe y pude, no tengo ambición de más.
Cuando ya no tenga vida y pare mi corazón, te abrazaré con mi esencia y con mi ser superior.
Te esperaré en una nube, cerquita del Padre Sol, pasaré por tu costado volando como un halcón.
Sabrás que estoy a tu lado, me sentirás sin temor, porque somos infinitos, una chispita de Dios.
Te esperaré en las estrellas cerquita del corazón de todos los angelitos que se fueron antes que yo.