No es lo mismo resignarse que tener aceptación. Resignarse es de cobardes y no tiene solución.
Aceptar es superar, solucionar, resolver. Darle la vuelta al revés y volver, siempre volver.
Puedes volver a empezar, aceptando que fue mal pero que, sin duda, todo siempre puedes superar.
Puedes vivir el presente aceptando tu pasado, sin sentirte insuficiente, ni culpable, ni resignado.
Puedes mirar el futuro con la certeza renovada, de que nada será igual, será una historia mejorada.
Aceptación es la clave para vivir en este mundo, lleno de contradicciones, sinsabores y disgustos.
Pero nunca te resignes, no pongas la otra mejilla, defiéndete si hace falta, con ternura y empatía.
Ámate más que a tu prójimo, lámete bien las heridas, vístete tu mejor traje y sal a disfrutar el día.
Aceptando tu presente, superando tu pasado, construyendo tu futuro, con un amor renovado.
Para decirle a la vida, ‘aquí estoy de nuevo, preparado para vivir con alegría, con el corazón en la mano’.