Un viaje sin retorno, sin posibilidad de rectificar. Donde cada decisión conduce a un lugar, a veces inesperado.
¡Vamos, búscate la vida! Nos dicen desde niños, adáptate, acostúmbrate, consuélate, ¿así es la vida?
¡Pues yo te digo que no! Que no quiero acostumbrarme a verte sufrir, pequeño, no quiero adaptarme a un mundo tan hostil.
No quiero, no me apetece, no me da la real gana verte sufrir, anciano.
No quiero, no me resigno a este mundo tan ingrato. A tenerme que adaptar, a no poder disfrutar, del mar, del cielo, el campo, la gallina o el caballo…
No me da la gana, hermano, mi corazón no es pequeño, no necesita un remedio.
Necesita volar al viento y, con amor y locura, decirte que hagas travesuras, que no te creas este cuento.
Que la vida es muy bonita, si como un niño la ves, sin prisa, sin pesadillas, del derecho y del revés.
Despierta y atrévete, a ser feliz no se enseña, lo tienes que merecer y con mucha fortaleza, lo sabrás hermano humano, sal de esta cárcel de asfalto y regálate la vida que mereces sólo por haber venido a este mundo tan perfecto.