Las cosas maravillosas no tienen explicación. No pretendas ser un sabio llenito de erudición.
Querer entenderlo todo, ser un charlatán de feria que repite como un loro lo que otros le proyectan.
Que la vida es pura magia y no tiene explicación. Por lo menos esa burda y estúpida concreción que te explican en las aulas y en la televisión.
Los expertos, los maestros, los que saben un montón, no tienen ni puta idea de tu divina intuición. La vida no es sólo materia, no alimentes la tercera dimensión.
Vuelve la vista hacia el cielo y expande tu corazón.
Ni dinero, ni riqueza, ni trabajo ni ambición…
Llegamos aquí sin nada, desnúdate el alma hermana, siente esa vibración que hoy sale de tu pecho y llega a mi corazón.
Somos estrellas fugaces vestiditas de ilusión, vamos de fiesta en fracaso, de risa y llanto, de desamor en amor.
Aprendiendo a cada rato, disfrutando del trayecto, sacudiéndonos el miedo y mirando con el ojo que todo lo ve y lo siente a ese corazón ardiente que sólo quiere vivir en paz con el firmamento y con todo lo sutil.
Que no es todo lo que vemos. Que hay que mirar el misterio, que el sol sale cada día y hoy es siempre todavía.