Y cuando creas que ya no puedes más, da un pasito para atrás y coge velocidad.
Rectifica tu enfado, repliega las alas del odio, siente la compasión del corazón de Dios, elévate sobre los hombres y saca tus alas de ángel.
Conviértete en el Amor que eres y desparrámalo sobre tus hijos y tus padres, sobre tus amigos y tus enemigos, sobre los locos y los cuerdos, sobre los que parecen malos y los que se creen buenos.
Ensancha el pecho, mira al cielo, respira hondo y vibra tan alto, con tanto amor y tanta luz que tu sola presencia deshará la sombra, la duda, el miedo, el rencor, la envidia, el odio, la mentira, el llanto, el desamor.
Tu sola presencia bastará para sanarte.
Tu sola presencia alumbrará todas tus noches, tu sola presencia aliviará todos tus males, tu sola presencia disolverá todas tus dudas.
Vibra alto y la oscuridad se rendirá a tus pies y te abandonará para siempre.