Y venimos a aprender cómo poder deshacer el enredo, el deshonor, el horror, el displacer.
Y empezamos a vivir sin saber bien cómo es. Si es normal lo que te dicen, si está bien lo que tú ves.
Desconectas tu intuición, el corazón ya no siente, sólo piensa la razón, te domina el subconsciente.
Esa familia normal que en cada casa aparece, resulta un negro alacrán, un empacho de la mente.
No existe normalidad que sostenga el inconsciente, la terrible vanidad, ese cinismo indecente.
Las familias de verdad no nacen de las mentiras, las sostiene la verdad, la inocencia compartida. Las ganas de mejorar y remendar las heridas.