Cuando me voy a dormir suenan todas las trompetas.
Los marcianos se despiertan y no me dejan en paz.
Me ocupan el pensamiento, empiezan a hacer reyertas, me marean la cabeza e invaden mi corazón.
Yo intento cerrar los ojos, pasar desapercibida y dormirme de puntillas debajo del almohadón.
Es inútil, no desisten. Insisten en desvelarme, me sacuden los cobardes, me hacen entrar en acción.
Es entonces cuando invoco a mi Ángel de la guarda y al niñito Jesusito que habita en mi corazón.
Y ellos se asustan y huyen, se escabullen por las nubes, se suben en sus cohetes y se acaba la función.