¡Si supieras cuánto vales antes de hacerte mayor!
¡Si en la escuela te enseñaran a amarte con compasión!
No te harían falta diplomas, ni títulos, ni profesión…
No eres médico, ni cura, ni abogado, ni patrón.
Eres un ser vivo, bello, poderoso sanador. Conocedor de las plantas, curandero superior.
No necesitas maestros que te obliguen a aprender lo que tú ya recordabas desde antes de nacer.
Si supieras lo que vales y lo que vienes a hacer no perderías tus días trabajando sin poder disfrutar de las mañanas, saludando al padre sol, respirar el aire puro desde lo alto del peñón.
Si supieras lo que vales, si cumplieras tu misión, jugarías a ser niño sin prisa ni obligación.
Eres un ser poderoso, inmortal y tan valioso que te quieren bien atado al pupitre y al teclado. Te necesitan esclavo, ocupado, amordazado.
Cuando te des cuenta de eso y te sacudas el miedo, el cielo será tan grande que no te cabrá en el pecho.