Y camino por las calles y no acierto a comprender que vayas con ese trapo tapándote la sonrisa.
Oprimiendo tu nariz y secando tu garganta.
Negándote respirar el oxigeno necesario que te permita pensar para salir de este calvario.
Y camino por las calles hace ya casi dos años y no entiendo que los niños lleven la cara tapada. No entiendo a sus profesores, ni a sus mamás preocupadas por un virus misterioso que les arruina la infancia.
Y sigo sin entender el terror que se ha instalado, en un planeta controlado por los que quieren tener a medio mundo atontado y al otro medio arrodillado sin poderse levantar.
No pertenezco a este mundo de la irracional razón, de la fatal ambición de unos cuantos desalmados que tienen aterrorizados a toda la población.
No me voy a inocular con la vacuna del miedo, no voy a ser un cordero a punto de degollar.
Mi libertad no se compra con un pase para el cielo, si no pillo hoy ese vuelo será que no hay que volar.