De improviso, sin aviso has llegado a nuestro hogar.
Te has instalado en el piso, en el techo y el desván.
Llegas sin hacer ruido, no nos vayas a asustar.
Eres sutil y discreta y llegas para triunfar.
Eres esa amiga vieja que te quiere conquistar, eres tan linda y traviesa.
Eres todo eso y más…
Hoy te hemos abierto la puerta y has entrado sin llamar.
Has sonado a fuente inquieta, a agüita dulce y genial.
Gracias por mostrar tu cara, aunque no te pueda ver, abundancia de mi alma, contigo quiero volver a ser abundante en todo como antes de nacer.