No se ve, ni hace falta que se toque. No tienes que estar al lado para querer con pasión. El amor que yo te tengo no necesita mirarse, es generoso y se sabe amor sin más condición.
He aprendido a quereros desde lejos, sin agobios, sin pretender invadir vuestra propia habitación.
Sabiéndoos sabedoras de todas las maravillas, confiando a todas horas en vuestra sabia intuición.
Y es cierto que muchos días me gustaría abrazaros y teneros de puntillas cerca de mi corazón.
Pero mi alma conoce de vosotras la alegría y conoce vuestra esencia y vuestro más puro amor.
Un invisible hilo rojo une hoy nuestras tres vidas y más allá de los siglos os hablará de mi amor.