Aceptar la realidad es lo más difícil que tendrás que lograr.
Aceptar lo que jamás, ni en tus peores pesadillas imaginaste que pasaría.
Aceptar que las personas engañan, mienten, se mueren, dejan de amarte, o solamente no son cómo tu esperabas.
Aceptar las desgracias, los accidentes, las enfermedades, los mal llamados fracasos.
La vida es un ejercicio de aceptación.
Aceptarte como eres para atreverte a mejorar.
Aceptar las circunstancias que se te presentan para poderlas trascender.
Aceptar los desafíos, los desengaños, las desilusiones…
Aceptar para poder seguir adelante sin carga, sin dolor, sin culpa.
No hay culpables.
La vida es un contínuo aprendizaje y muchas veces tendremos que morirnos para entender qué teníamos que aprender.
La vida es aceptación, sin resignación. Con la esperanza del que espera con confianza y con la certeza del que sabe que siempre todo es como ha de ser para nuestro mayor bien.