Yo tenía una hermana con rizos de oro, una hermana cercana, amorosa y buena. Hermana de cuna, de coles y juergas, hermana de noches llenas de ternura.
Yo tenía una hermana, muy grande y pequeña, era para mí mi alter ego, mi estrella.
Con ella jugué los mejores juegos, soñábamos juntas viajar hasta el cielo.
La vida nos puso cien mil zancadillas, pero yo y mi hermana éramos infinitas, podíamos con todo, no teníamos miedo, yo tenía una hermaba que era mi universo.
Hermana del alma, mi hermana gemela, hermana de soles y de lunas llenas, qué bien que me sienta saber que mi hermana descuelga el teléfono y un día me llama.