Vive una cabra en mi calle, una cabra domesticada. La pasean por la acera con correa anaranjada.
No conoce ella el refrán, no la han dejado a la pobre, ella no puede saltar, ni subir a ningún monte.
Siento pena de esta cabra, tan limpita y aseada, tiene carita tristona, la pobre cabra educada.
¡Qué destino tan cruel, le ha tocado a este animal, con lo bien que ella estaría en cualquier otro andurrial!
¡Ay cabrita de ciudad!, quien te ha visto y quién te ve, paseando tus cuernitos por doquier.
Cabrita, si yo pudiera, te sacaria de aqui y ye daria hierbita, y te dejaría vivir.