AGUA ESTANCADA – Cristina Llorens

Poco a poco va finalizando mi Día de Hoy…

Agradezco ésta extraña felicidad y expectación que me embarga…

Me doy cuenta de que, pese a no saber dónde se creó éste «virus?, ni si fue con la intención de ganar mucho dinero, o la intención de someternos a todos, o la intención de que nuestros sabios ancianos dejasen de ser una carga para los estados… o vete a saber cuántas intenciones más… me siento feliz de que el tiro les esté saliendo por la culata. De que nos estemos cerrando en banda para proteger a nuestr@s ancian@s. De que los mansos de éste reino les estemos ganando la partida. De que las mujeres, las cajeras del súper, las cuidadoras, las basureras, las agricultoras, las limpiadoras, las sanitarias; todas las personas siempre invisibles, maltratadas, malpagadas, humilladas, esas, sean hoy las imprescindibles para mantener la Vida.

Como mujer hay algo dentro de mí que me hermana con todos esos animales que corren salvajes y alegres, re-ocupando esos espacios que la dolorosa renuncia a mi libertad personal les está cediendo al fin… Y aquí me pregunto si eso de la libertad personal no habrá sido siempre una quimera… un invento que llegué a creerme, como el sueño americano, el hombre que se hace a sí mismo, y tantas ilusiones de yo, triunfante, persona libre, libre de ser y hacer lo que me diera la gana, con libre albedrío y libre decisión pese a quién pese…

En éstos momentos me cuestiono lo que entendí por libertad, y recojo esa llamada que sentí y hacia quién la sentí. Me doy cuenta de que en mi contradicción por fin algo se aclara y se levanta con fuerza y luz.

Yo quería ésto. Quería pertenecer a una libertad más grande. A la del conjunto, a la colectiva, a la de los mansos, a la de tantos y tantos seres que están sufriendo la fictícia y tremenda libertad de los seres separados, que sufren a los libres para explotar, para quemar, manipular, comprar y vender, mentir, inventar, mancillar, someter, humillar. Seres que sufren en sus cuerpos y sus vidas la espantosa codicia de quién jamás sacia su sed de amor. Seres que lloran cada día, soñando aquella otra libertad que presiento nacer en éstos momentos de mi reclusión.

Como mujer, siento que mi cuerpo y el de Gaia han dicho basta. Que la riqueza del mundo no puede amasarse individualmente sobre la explotación de nuestro cuerpo. Que nadie está separad@ de nada. Que esa libertad que ignora lo que pisa, no la quiero. Que mi vida no es Vida cuando está basada en el robo y la ignorancia. Que la Riqueza, el Tiempo y el Espacio nos pertenece a todos los seres de la Creación. La vida es Sagrada, entretejida, colectiva.

Hoy Gaia respira, se adorna, pare, crece, ocupa, se visibiliza. Extiende su Poder con el trueno, con la lluvia, con el fuego, con los virus, en nuestros cantos, en la locura de nuestras resistencias, en la amorosa certeza de que nunca fuimos libres, porque la Libertad solo se siente de verdad cuando está al servicio del Amor, y el Amor es incapaz de excluir a nadie.

Tengo mucho que seguir aprendiendo, y todavía más que desaprender.

Buenas noches, Tejedoras, Hermanas del Sueño y de la Vida. Que éste silencio de Agua estancada rompa en mil pedazos los espejismos de la separación.

La Vida Colectiva se abre paso.

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