Se desvanece tu voz por los recovecos de mi memoria. Esa voz característica que tantas emociones me provoca.
Te echo de menos papá y no sólo en las películas…echo de menos tus manos, tus ojos, tus no caricias…
Te busco en todos los hombres y te espero cada día a la vuelta de la esquina.
Pero tú nunca apareces, te fuiste una tarde tibia, a recorrer las estrellas junto a tu Asunción querida.
Esperádnos en los cielos, disfrutad de la delicia de contemplar a tus nietos, tus viznietos y tus hijas…
Son ellos los que ahora asoman poco a poco, de puntillas…y me recuerdan que la siguiente soy yo.
Hazme sitio en tu película que igual la doblo contigo desde una estrella vecina.
Joaquín Díaz 1990