Hoy ha venido un niño con cuerpo de viejo.
Su energía de adolescente rebelde no se corresponde con su destrozado esqueleto.
Viejo, pesado, descuidado y desgastado, es una caricatura de la humanidad.
Conservar el cuerpo sano y ágil debería ser una obligación, antes de morir hecho una piltrafa humana que no se aguanta de dolor.
La medicina no sirve para nada si nosotros mismos no somos responsables de nuestra salud.
Algunos se quieren tan poco que esperan que sea el espejo quien les devuelva la imagen que ellos mismos destrozaron a lo largo de años de maltrato.
Cuando el espejo no reconoce al niño que llevamos dentro…nuestro cuerpo, nuestro rostro, nuestra barriga y nuestros achaques nos recuerdan que es nuestra misión llegar a la muerte con dignidad.
Viva la vejez joven y sana y la mente abierta para darnos cuenta de ello.
Amén.