Hablamos de más Callamos de menos
Y nuestra boca huele a podrido cuando es un depósito de incoherencias, un almacén de vanidades, un laberinto de justificaciones, un arsenal de remordimientos, un cúmulo de malentendidos.
Habla con tus ojos, con tu corazón, con tu silencio y podrás escuchar el lenguaje del viento.