Es fácil domar al ego cuando estás solito en casa. Sin intercambiar palabras, ni energías de otras razas.
Es fácil sentirse sabio, tranquilito en tu jardín. Rodeado de buen rollo, de armonía y colibrís.
¡Qué fácil estar sereno! Sin que salte el corazón, cuando no hay mucho ruido, cuando estás solo con Dios.
Pero prueba a dar el salto, a salir de tu rincón, a mezclarte con la gente, a transitar la ilusión de ser uno con el otro, de ser amigo y colega. De escuchar, de oírlo todo sin que afecte a tu sesera.
Sin sacarte de tu centro, sin perder la compostura, siendo prudente y discreto, sosteniendo la cordura, sin que nada te perturbe, sin que te desequilibres. Desparramando armonía por los seres imposibles.
Yo he caído hoy en la trampa, he perdido el equilibrio y me he dado un buen morrón, pero aún me siento viva para sentir en mi cuerpo que soy sabia y exquisita.
Que el amor que por ti siento, Azucena, es eterno e infinito 🫶