Los virus han hecho nido en mi sagrado templo y se han tomado la libertad de invadir mi humanidad.
Suplantan mi identidad, me dejan hecha unos zorros, me sacuden la cabeza y se me comen los mocos.
Son traviesos, revoltosos, también son maleducados. No respetan mis silencios, ni mi sueño retrasado.
Son un martirio, una vaina, una molestia infernal. El virus más chiquitito se ha creído ya inmortal.
Yo quiero hacerme su amiga, hacer ver que no me importa, que me ocupe la barriga, la garganta hasta la boca.
Tendré que tener paciencia y hacer ver que no lo veo. Este virus sin conciencia me quiere tomar el pelo.
Pero no podrá conmigo, soy un gigante a su lado, mi sistema inmunitario es fuerte y va bien armado.
Así que virus, bacterias y demás bichos enanos, iros un poco a la mierda y dejadme ya de lado
Tenéis las horas contadas, virus de las caras largas, sois feos, maleducados, caprichosos, infrahumanos.
Agradezco la visita que me habéis hecho, maestros. Ahora dejadme tranquila, yo ya no os quiero en mi cuerpo.