Siempre espléndida y divina, como unas castañuelas, filtrada y rejuvenecida, alegre, segura, exquisita.
Te muestras en esas redes que te enredan cada día y distorsionan tu vida, y te ocultan las mentiras.
¡Qué fantástico este mundo cargado de fantasia! Hay que aparecer feliz y seguro de ti mismo. Pero cuando te percatas de la cruel realidad, adivinas que es tan sólo apariencia y vanidad.
Que estás vendiendo tu imagen para alimentar el ego, que nadie siempre es feliz, que cada quien, quien más, quien menos, carga con tantos fantasmas que lo difícil es hoy, no acabar siendo uno de ellos.