No soy optimista, casi siempre he visto el vaso medio vacío. Seguramente me viene de herencia, o de mi educación religiosa…no lo sé.
Fui una niña con cara seria y una adolescente tristona y aburrida.
Cuando te cuestionas la vida y buscas respuestas a las preguntas, puedes volverte un poco misántropa, te encierras en ti misma y como mucho te da por estudiar filosofía.
Después, cuando tus hijos vuelan y tus canas llegan, vuelves a revisar tus sueños. Y te das cuenta de que la mayoría se perdieron por el camino.
Y empiezas a comprender que en realidad no existe el camino, sino que, como bien decía el poeta, se hace camino al andar.
Y que todo lo llevamos en nuestras alforjas. Que nosotros somos el sueño que soñamos, nosotros poseemos la alegría que buscamos, nosotros podemos darnos el amor que muchas veces mendigamos.
Que la vida tiene el sentido que queramos, puede ser una tortura o el paraíso que anhelamos.
Que tan sólo hace falta abrir el corazón, ser más sencillo, buscar un lugar donde construir tu nido, si puede ser al sol por si hace frío.
Con vistas a los apus, que custodian los montes, con el mar muy cerca, para bañar tus noches. Cerquita de la luna, con alguna lechuga que ponerte en la boca cuando llegue la hambruna.
La vida es muy sencilla, no hacen faltas ornamentos, dedícate a vivirla, no pierdas más el tiempo🍀